jueves, 18 de junio de 2015

Carta de una madre a su hija…


Aquí estoy tan lejos de todo y a la vez tan cerca. Aquí en mi mundo tan equidistante del mar y la montaña.

Aquí estoy en un lugar del que quiero escapar y a la vez estar.
Aquí estoy en una cárcel con las puertas abiertas queriendo escapar, pero siento miedo de hacerlo, temo regresar.

Antes debo romper las cadenas y tirarlas al mar.

Hoy no tengo palabras para expresarme, solo letras silentes que vagan
en nubes grises.

El destino sabe nuestra dirección. La vida es imprevisible, y la muerte nos parece un absurdo, un desconcierto y aunque haya sido anunciada con anticipación, no hay nada que podamos hacer para evitarla.

Hay que seguir adelante con la voluntad de siempre, vivir y buscar las fuerzas necesarias para levantar de nuevo la cabeza, el dolor silente no mengua, hay que enfrentarlo y soltarlo para que se vaya.

Si no lo haces, el cuerpo manifestará por algún lado su almacenamiento.
Sin embargo, el llanto hay que dejarlo salir, llora si lo necesitas, pero no hagas una laguna con tus lágrimas porque puedes ahogarte en ella.


Sé que no es fácil para ti, ni estoy admitiendo que lo sea, tampoco digo que vivir con dolor sea lo ideal, es difícil aceptar una pérdida, pero debes resignarte. Recuerda que a tu lado hay personas maravillosas que te necesitan.

Nunca te olvides de darle las gracias a Dios por todo, a ese Dios que habita en ti y en todo lo que te rodea.

Ahora cierra los ojos por un momento y relájate…

Trata de mirarte fijamente en el espejo y perdona esos sentimientos que te hacen tanto daño, guárdalos en una cajita y esconde la llave donde nunca más la puedas encontrar.

Sé que mi partida te dejó una profunda cicatriz en el alma, ya no te lamentes más por eso, no quiero verte triste, transforma esa herida en herramienta espiritual para tu beneficio y el de los demás.

Ya es el momento de cerrar este circulo y no permitir que se abra de nuevo.
Yo estoy bien, y desde este hermoso lugar donde me encuentro, te bendigo, protejo y siempre velaré por ti todos los días.
Te amaré por siempre…

María B Núñez



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