martes, 9 de junio de 2015

Aquí el tamaño si importa…

Aunque soy una mujer petite, confieso que me gustan las carteras o bolsos grandes, porque pienso que en el tema de las carteras, y aunque digan lo contrario, el tamaño si importa.

Reconozco tener varias carteras, pero siempre hay una que es como los zapatos, mientras más viejos más cómodos. Si una cartera me gusta mucho, la hago combinar con todo mi vestuario aunque eso no sea cierto. ¿Cómo se puede andar tranquila con una diminuta cartera, donde no quepa lo necesario para sobrevivir en una guerra? Lo primero que no puede faltar en mi cartera es un limón, un pedazo de jengibre (por si acaso nauseas, mareos, tos etc), chicles aunque no los use, tylenol (por si acaso un dolor de cabeza inesperado), una botella de agua, el celular, una crema todo uso, loción antibacterial, el monedero, clonapin (por si acaso un ataque de pánico) un inhalador para el asma, una libreta pequeña, boligrafos, marcadores, una mini sombrilla, un peine que nunca uso, un bolsito con maquillaje, que no sé para que, porque ni el labial uso y no sigo enumerando cosas porque me pueden decir maniatica y eso no es cierto, solo soy una mujer precavida como dice mi signo del zodíaco.

Sé cuando ya es tiempo de hacerle auditoria a mi cartera, porque al querer sacar el monedero, salen en tropel otros objetos que gritan ¡Auxilio! Queremos salir de aquí. Ha llegado el momento de enfrentarme sin protección a la jaula de los leones, después de encomendarme a San Judas Tadeo, el santo patrón de causas y cosas perdidas, abrí el cierre con miedo de lo que podía encontrar dentro, respiré profundo y de un solo golpe vacié todo el contenido sobre la cama.

Aún me asombro de la cascada de objetos que pueden cohabitar allí, miro alrededor con los ojos bien abiertos, por si acaso no esté algún testigo oculto observando aquel marasmo de cosas guardadas en una espacio no mayor de 20x20 ctms.

Antes de comenzar la difícil tarea vuelvo a respirar profundamente, y como si no fuera yo misma la encargada de ir amontonando cosas, empiezo a cuestionar todo: ¿qué caramba hago con seis relojes aquí? Ah, aquí está el recibo del impuesto que tanto busqué, un limón que en un tiempo fue verde o quizás amarillo, y ahora, ¿cuántos antibióticos podrán fabricarse con el moho verdoso que lo recubre? Tiré a la basura algunos clips, un bolígrafo con la tinta seca, cuatro papelitos doblados que me dio cosa descubrir que eran, una caja de chiclets aplastada y pegajosa, el botar esas cosas me hacía sentir que drenaba energías, era el equivalente a caminar a paso rápido una hora.

Pero aún no termino, todavía me falta revisar el bolsillo lateral secreto, si, secreto hasta para mi, porque nunca me acuerdo de revisarlo. Nuevamente llené mis pulmones de aire y me dispuse a ver que encontraría en ese minísculo espacio.

Decidida intruduje la mano y !Oh, sorpresa! saqué un papelito arrugado que resultó ser un billete de cincuenta dólares...que de seguro utiizaré para comprarme una cartera más. Les juro que ese mismo día y por enésima vez, digo: No voy a usar más carteras grandes para no tener que cargar tanto peso de gratis. Pero como siempre pasa… todo se queda en promesas. María B Núñez Dic. 25 /2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario